LA NOVELA
Aunque es un género
de difícil definición por su extraordinaria complejidad y la enorme variedad de
formas que abarca, en general se puede considerar como novela toda narración en
prosa de cierta extensión y que posea una trama imaginaria, es decir, una
sucesión de acontecimientos que se relatan y que acaban constituyendo una
secuencia completa de acciones. Es una característica de la novela su capacidad de verosimilitud, conseguir que
el lector no sienta la ficción como tal. Además de la trama, acción o
argumento, la novela contiene otros elementos, como son el medio o ambiente en
que ocurre la acción y los personajes que se mueven en el. Así, pues, junto a
lo meramente narrativo, aparecen la caracterización de personajes y la descripción del ambiente.
En ocasiones, el autor recurre a la caracterización directa de los personajes y
ofrece su retrato; otras veces se limita a presentarlos, dejando que sea el
lector quien, a través de los diálogos, vaya descubriendo como son.
En cuanto a la
descripción del ambiente, que puede ser real o ficticio, campesino, urbano o
domestico, permite al lector situarse en el mismo escenario y atmosfera de los
personajes, y comprender mejor las razones de su actuación.
El origen de la
novela hay que buscarlo en roman courtois o novela cortés, que se desarrollo en
Francia a mediados del siglo XII. Obras como Lancelot o el caballero de la
carretera y percevalo el cuento del Graal, aunque escritas en verso, anticipan
lo que serán las novelas de caballería posteriores. Tres siglos más tarde, el
autor anónimo del Lazarillo de Tormes introdujo el mundo de la realidad en el
relato, creando así la novela moderna.
En el siglo XVII
apareció el Quijote, que fue adoptado como modelo narrativo, sobre todo por
escritores Británicos como Defoe y Fielding. De ellos arranca la novela moderna
como genero mas cultivado e importante a lo largo de los siglos XIX y XX, dado
el carácter “ABIERTO” del género novelesco, es muy difícil establecer una
tipología.
Se puede hablar
de novelas de acción, cuando nos hallamos ante un relato de hechos externos, y
de novelas psicológicas, cuando la acción transcurre en el alma de los
personajes y el autor penetra en ella. Hay novelas que pueden considerarse una
epopeya, como Guerra y Paz, de Tolstoi, o una sátira, como Cándido, de Voltaire.
Novelas que imponen modos de comportarse, como el Werther de Goethe, cuya
difusión parece que fue acompañada de una ola de suicidios, o tipos de
personajes, como el comisario Maigret, bonachón y apacible, de las obras de
Simenon.
Otras veces la
novela da forma a viejos sueños de la humanidad, tales como viajar por el
tiempo, explorar el espacio mediante una maquina maravillosa (veinte mil leguas
de viaje submarino, de Julio Verne), o exponen viejos temores: el terror ante
la destrucción de la humanidad por seres venidos de otros planetas.
Podríamos decir,
pues, que la novela, pese a su enorme variedad, es el género que cristaliza dos
tendencias universales del hombre, contrarias pero complementarias: la
necesidad de lo maravilloso y la angustia.
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