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viernes, 8 de marzo de 2013

PROBLEMAS DE CONDUCTA


Los problemas de conducta en los adolescentes, muchas veces los relacionamos con la etapa de crecimiento que vive, sin tomar la debida atención a la problemática existente. El caso grave que hace poco tiempo afectó a una familia, me impulsa a compartir los problemas de conducta que manifiestan los adolescentes en esta etapa de su vida. Todos pensamos que la felicidad es inherente a la niñez y a la  adolescencia, pero lejos está de la realidad.
El caso de esta familia, que por protección no menciono nombres ni espacio, sucedió en la ciudad donde radico. Una familia normal, padre, madre, hermanos, maestros los dos padres; aparentemente una familia estable y feliz. Pudiéramos pensar ¿Qué problemas podrían tener sus hijos? Y menos una niña de sexto año de primaria. Sus padres no comprenden qué es lo que pasó por la mente de esta niña, lo tenía todo: protección, amor, seguridad, atención, etc.
 Al reprenderla su padre (acción lógica y necesaria cuando un hijo tiene una acción incorrecta), esta decide privarse de la vida, ahorcándose dentro de su closet con una sábana. No necesito aclarar lo que esta familia vivió, ni las preguntas que se hacen ante tan lamentable suceso.
Por tal situación tanto padres de familia como maestros, debemos comprometernos en la educación y atención de los jóvenes. Tomar en cuenta que los niños actualmente también son personitas influenciadas por su entorno, que los problemas también les afecta de igual manera que a los adultos y por su corta edad no comprenden las situaciones, llevándolos a conductas equivocadas que terminan por afectarlos tanto en su integridad física como emocional.
La desobediencia, las rabietas, el negativismo, etc., constituyen parte de los trastornos de conducta más habituales durante la infancia. Estos problemas pueden resultar muy perturbadores para los padres dado que suelen suponer un desafío a su autoridad y control, llegándose a establecer un vínculo relacional coercitivo con los hijos. Estos problemas, lamentablemente, parecen ir al alza, incrementándose su magnitud, frecuencia y lo que es más significativo: la edad de inicio cada vez es más temprana.
Algunas explicaciones alegan al hecho de que son incapaces de sentir emociones, otros a factores genéticos, por último hay quién alega la educación recibida. La explicación más sensata es que cada uno de estos factores es solo parte del problema y que todos ellos en interacción están determinando la conducta actual de niños y adolescentes. Gracias a los avances de la genética sabemos que, en casos concretos, estas conductas disruptivas son consecuencia de un trastorno genético subyacente y no siempre todo puede explicarse en términos de educación.  Es habitual encontrar niños especialmente agresivos que han sufrido carencias afectivas en la infancia y han crecido sin la presencia de sus padres, niños que presentan escasa empatía emocional hacia otras personas, esto ocasiona que en su adolescencia aumente en frecuencia y magnitud y solo la intervención de un profesional puede corregir.
La desobediencia en el niño está íntimamente ligada con el problema de la autoridad de los padres y de la tolerancia. El concepto que los padres tengan de la autoridad, se manifiesta en el grado de tolerancia y, por lo tanto, en la clase de obediencia exigida. Unos padres autoritarios exigirán "obediencia ciega" por la simple razón de "porque lo mando yo”; nunca reconocerán un error propio porque "hay que mantener el principio de autoridad". En este caso, la desobediencia es casi inevitable y con ella el conflicto.
¿Qué podemos hacer si nuestro hijo es siempre desobediente?

Para empezar, indagar las razones que originan esa mala conducta. Identificar con claridad el problema para poder resolverlo (escasa atención de los padres, padres que  aspiran a la perfección, privación al niño de satisfacciones y privacidad cuando no cumple con exigencias desmedidas, celos por el nacimiento de un hermano, etc.).
Un niño tratado con indiferencia o exigencias desmedidas es normal que se muestre desinteresado, carezca de motivaciones y se porte mal constantemente. No importa lo bien que se pueda portar o los logros que pueda obtener, nada se le reconoce.
Los niños que siempre hacen lo opuesto a los que se les pide.

Esta actitud de los niños encubre un mensaje. Nos está pidiendo indirectamente que se interese más en él. La conducta de oposición persistente es en el peor de los casos un intento de contrariarla y en el mejor de los casos un medio para llamar su atención.
El intento de contrariarla es la expresión más directa de la hostilidad y el resentimiento del niño. A veces el niño miente, roba o actúa con falsedad  no por las dudosas recompensas que puedan significarle estas acciones sino por el solo hecho de portarse mal. En general, un niño que manifiesta crónicamente estas conductas está pidiendo a gritos que le presten atención.
La mala conducta puede tener otra causa. El niño desobediente puede haber pasado por una serie de experiencias que alentaron la mala conducta. Por ejemplo, un maestro puede haberle puesto la etiqueta de travieso porque le resultaba difícil tratar con él. A este niño le resultará más fácil persistir y cumplir así las expectativas del maestro que intentar que cambie de opinión. Por eso continúa portándose mal.
A veces la mala conducta se debe a que el niño esta colocado siempre en situaciones en las cuales haga lo que haga el resultado será siempre el mismo. Lo castigan si actúa de una forma y lo castigan si actúa de otra forma.
La desobediencia también aparece en hogares en que los padres están preocupados por sus propios problemas o que por diversas razones les prestan poca atención a los niños. Casi obligados sólo le prestan atención cuando se portan mal o tienen un problema muy grave. Es lógico deducir que pueden llamar la atención de sus padres si ellos mismos están en dificultades o si les crean problemas en forma deliberada. Sienten necesidad de que los padres los tengan en cuenta y les impongan una disciplina. Estos niños "desobedientes" han aprendido que llamar la atención para que los reten es mejor que ser ignorados.
Los estilos educativos de los padres, inflexibles, o excesivamente permisibles, la estructura de la familia, la influencia sociocultural, hasta la misma tecnología, afectan el comportamiento de los adolescentes. También se pensaba que el nivel cultural y económico generaba conductas no deseadas, que desembocaban en la delincuencia, sin embargo actualmente las conductas delictivas e incluso criminales, aparecen en sectores de población de clase acomodada.
Tenemos claro que no hay dos niños iguales y con cada uno tenemos que actuar de forma diferente, ya que obedecen a factores indistintos. Prestarles la atención debida, no minimizando los signos de alerta que manifiesten, es la menor ayuda que podemos brindarle.




www.inteligencia-emocional.org/.../desobediencia.htm


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