Pareciera que los insólitos
viajes que brindan las letras en los libros no están hechos para
nosotros los mexicanos, y no porque estos textos estén excluidos del
país, sino porque simplemente en México no tenemos el hábito de la
lectura. Diversos estudios han tratado de explicar el por qué los
mexicanos no leemos; se podría mencionar que el sistema educativo en el
país es obsoleto y que en la misma escuela no se exige que se lea o no
se crea el hábito de la lectura. Otro motivo sería que la economía de la
mayoría de las familias mexicanas no es la adecuada para invertir en la
cultura, cuando lo primordial es alimentarse. Sin embargo, no se pueden
dejar atrás las costumbres familiares, muchos lectores en el país
comparten ese gusto porque desde pequeños sus padres les enseñaron a
volar a través de las letras.
El hábito de la lectura es
primordial para abrir la imaginación de las personas, no por algo Japón
tiene el número uno de lectores en el mundo, según datos de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés). Si en México tuviéramos la
costumbre de leer, estaríamos hablando de otra nación, se resolverían
diversos problemas que siempre nos han perjudicado, como la mala
ortografía y la poca variedad léxica. Además, mejoraría nuestra memoria,
nuestra imaginación no tendría límites, seríamos personas más
pensantes, más cultas. Pero uno de los mayores beneficios sería que nos
ubicaríamos en otro lugar como nación, ya que al leer, la gente estaría
enterada de lo que realmente hacen nuestros políticos, de nuestra
realidad nacional, mundial, pensaríamos más antes de decidir cualquier
situación.
Según la Encuesta Nacional
de Lectura, las personas que leen en México sólo leen tres libros por
año, pero este resultado no se puede generalizar, ya que en el país sí
hay personas que tienen el hábito de la lectura, y son tan
identificables que en las librerías los mismos empleados las saludan por
su nombre y corren para atenderlas ¿por qué será?
Nuestro contexto histórico,
por donde busquemos, no lleva implícito que tengamos la costumbre de
leer. Es más, muchos de nosotros ni siquiera conocemos nuestra historia
cultural, no sabemos por qué no leemos y tampoco por qué es necesario
leer. Tanto le huimos a la lectura que muchas veces no podemos
sumergirnos en la historia y sentirnos parte de ella, y no sólo eso,
muchas veces sí realizamos una lectura, mas es sin entender lo que
leemos.
El no entender lo que se
lee es por la falta de análisis, de concentración y de interés de los
lectores. Eso es muy común que suceda con los alumnos de las primarias y
por desgracia el magisterio lo sabe, pero ¿cómo enseñar algo cuando el
mismo profesor no sabe cómo hacerlo? Ese es un problema que nos atañe
desde hace mucho tiempo y el gobierno tiene conocimiento de estos
limitantes; sin embargo, parece que le conviene que la gente no piense,
no analice, ya que el tener ciudadanos pensantes representaría mucho
peligro para nuestras autoridades.
No podemos dejar de
mencionar otro problema que enfrenta el país con la falta de lectores,
hay miles de personas que les gustaría poder leer, aunque sea un simple
letrero: para ellos la escritura es todo un misterio que los podría
transportar a lugares inimaginables. Sin embargo, no saben ni siquiera
las vocales. Según el Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación, en el 2005, alrededor de 5.9 millones de personas en el país
son analfabetas.
Con el paso de los años, y
de los gobiernos, las cifras han variando, hay autoridades que han
llegado afirmar que en México sólo unas cuantas personas no saben leer,
pero la realidad, todos la sabemos, es otra. La educación en México es
obligación de la autoridad y en la misma Constitución está impresa.
La autoridad debería
pensar cómo poder implementar el hábito de la lectura en todos los
sectores sociales y tener un compromiso social considerando que la
educación académica es una de las bases para que las naciones puedan
crecer.
Realmente no deberíamos de
ser tan egoístas al limitar nuestra creatividad y nuestra imaginación a
lo que sólo observamos: la mente avanza conforme uno la hace trabajar,
imaginar, crecer y soñar. Por todo esto antes de ignorar un libro, mejor
piénsalo.
DE: J.G.
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